domingo, 17 de abril de 2011

Veinti-todos

Disimular ante toda una ronda de mujeres que están eufóricas cada vez que sale del vestidor es tarea ardua. Disimular la misma eufória vaya...


Cuando la verdad es que aunque te emocione, preferirías saltarte ese paso o hacerlo menos escandaloso. Simplemente acudes como invitada para soltar palabras que ya fueron inventadas años A, y claro ya sea como amiga, madre, hermana, cuñada etc, mientras seas mujer, serás incondicionalmente entretenida tras un corto período que se te hará mas largo del debido.

En cada una cabe el secreto de demostrar sinceridad o mas bien gritar y/o aletear tu cuerpo cual gayo en un corral a punto de darse un buen festín de comida.

Seamos claros, a todos nos gusta que nos hagan la rosca y como no, la que sale del vestidor es lo que espera, blanco/ocre/champan/vainilla/hueso, entusiasmada, y como no, sintiendose diosa de diosas , ¿es para menos?.
Siempre esta la tipica amiga, esa que es "normal" (porque el resto te harán la rosca o lo que es igual; te verán guapa hasta si llevas el fajín en la cabeza) aquella que estando oculta detrás de la marabunta con una mano en la cabeza , es la que se sentirá observada por encima de esas cabezas pidiendo como no, la 2ª y mas sincera opinion.

Dos tías siempre podrán hablar sin mencionar palabra, una (la que está vestida de fresón ) levanta el mentón y gira un poco la cabeza ( a veces demasiado retorciendo las venas de su cuello casi a punto de estallar por tanta presion) , cuando la otra ya es partícipe de la "mirada águililla" que le está llegando, enrosca un poco el labio hacia un lado, hace el amago de lenvantarse un poco y frunciendo el ceño le contesta.
O lo que es lo mismo:

- "que dices tú?"

- "a tu abuela la sentaria mejor..."

- ".... pues otro "


Y tras esa auténtica conversación entre cordiales amigas, se acaba la sesión, que por supuesto, no será la ultima.

El día que crees que el techo se te antoja mas bajo que otros días, es cuando coincide con ese leve espesor en tu almohada que ha generado el peso de tu cabeza al no cambiar de postura en toda la noche.

Llegar alcoholizada pasa factura, así como esos trozos de carne aplanados llamados la noche antes pies, los sientes como si aun mantuvieran un tacón de 8 cm clavado al suelo, mejor dicho...ahora es como si los tuvieras clavados en posición contraria, es decir, contra tu planta. Intentas el amago de levantarte y te preguntas si podrás llegar hasta la cocina aunque sea para meter la cabeza en algún sitio donde no se emita ningún tipo de ruido.
Mientras te armas de valor para el 2º intento de levantar cabeza , comienza tu cabeza a ronronear...

Se casó, y no solo ella, si no unas cuantas. Lo curioso es que durante el acontecimiento eres partícipe de la fiesta en la cual tu y los demás estais integrados a las mil maravillas, comiendo bebiendo y como no, haciendo lo que mejor se le da hacer a los españoles en este tipo de eventos, desbocarse y desfogarse como si llevaras siglos sin salir de casa. Miento, también én las despedidas de solter@ hacemos eso..

Como decía, una vez te levantas de la cama y consigues calentar algún que otro líquido que te quite el empanamiento ( analgésico en mano por supuesto) solo puedes acordarte de aquellos momentos en los que eras mucho mas joven, esos en los que hacias botellones adolescentes e inconscientes con ella o te llamabas por teléfono despues de comer un sabado (si, lo hacíamos, y seguimos haciendolo) para ver que ibas a ponerte para salir esa noche, te contabas hasta que tema te sabías para el exámen, (si podías copiarte de ella) y también recuerdas cuando te ibas a comprar los sacos de dormir para esas acampanadas los fines de semana, ya aprovechando y comprabas lo que aquí decimos "guarrerías" (panchitos, patatas, longaniza, pan, kalimocho, kaliguay (con limón que no falte) y cerveza caliente ) para esa mega-acampada, que era mas bien mega-salirdecasaparadesfasar.

A tu alrededor solo ves cambios y esos cambias te afectan. Tanto, que a veces te sorprendes estar pintandote y poniendote guapa en tu baño porque has quedado con todos tus colegas para comprarle algo a esa niña de apenas 20 días de vida que te pierde cuando la sujetas entre tus brazos. Y te ves en esa tienda de "Babies" mientras se huele el ambiente entre todos y se cruzan miradas furtivas de "tío...se acabó lo bueno? "
Claro, cuando ves a ese moquillo chiquitito el efecto causante es otro, y es que llega el momento ternura, añoranza y en cierto modo envidia, pues sientes tus hormonas en la garganta gritandote con un "Animate¡" y te las imaginas como si esas palabras estuvieran escritos en bocadillos de cómics haciendote en parte gracia, pero no, porque no son solo las hormonas, si no el resto de mortales que te harán esa pregunta incondionalmente hasta que no te vean con uno propio.


Evidentemente todo llega y hasta eso apena en cierto modo. Tus veinti-todos pasan y llegan los no-esperados 30. Pero llegan, y solo te acuerdas de tus 10 años anteriores ( y de los 10 anteriores...), de las cosas que hiciste y no hiciste, las que perdiste y/o ganaste, sobre todo lo que te plantearas para manejar ese futuro incierto ( por favor...) que a todos en algún momento nos preocupa.


Pues menuda gilipollez, todo es un círculo absurdo que no me preocupa en absoluto. Me niego a pensar que tengas que ubicar un camino para poder continuar. A ciencia cierta se sabe que el ciego es el que mas tropieza pero el que menos cae, por lo que enfundaré mis ojos en unas gafas oscuras para verme en un camino incierto del cual sea mas emocionante el caminar que el que sea ya esperado, aburrido y con una futura visión tan clara que solo le queden problemas en su cabeza como el qué hará mañana de comer.



..Cigarrillo en mano, tumbona bajo el cuerpo y a disfrutar de lo incierto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y supongo que pasado el momento me corresponde decir una palabra que debí haber pronunciado hace mucho tiempo: enhorabuena.

La espina clavada no desaparece y mucho menos cuando encuentro tu rastro aún sin quererlo. Qué me diste, madriles.

¿Recuerdas aquella iglesia frente a la escalera? Invitaste a un anciano que salía de casa. Seguro que no estuvo presente en tu verdadera cita. Lástima, pudo haber sido.

A pesar del rencor que sé que me guardas, te deseo lo mejor del mundo, de corazón.

Y sí, soy yo. Y sigo emborrachándome de aquello cuando los recuerdos me pueden. Es increíble.

K.