domingo, 12 de octubre de 2008

С днем рождения

Se ve el árbol madurar, con sus ramas aguantando la tempestad de cada año.Llegó la calma, y con ella, las ganas de descansar. Echando raíces se quedó. Agitado por un viento que quería.....que quería cambiar su crecimiento, cambiar el aire que rozaba su aliento...Sin fuerzas para aguantar tantos inviernos, se quedó oscuro en un rincón, pues el alimento provenía de otras charcas cercanas, las ánimas amigas.El viento se fue a otro rincón, a soplar más fuerte que nunca, a cuidar las hojas pegadas en su cuerpo de otras ramas que realmente necesitaran sus canciones de mañana y sus caricias.

12 de Octubre.

Con mucho cariño.

Un beso.


miércoles, 8 de octubre de 2008

Parodia de vida


Imaginaros demandando tantos gramos de algo que es tan incontable como el aire que respiras.

Cuando nací, supongo que el olor de las manos del doctor que me arrancaban del útero de mi madre pasó desapercibido y poco rememorable para mí con el paso del tiempo, ya...que ni me acuerdo.
Pero detalladamente aunque fuera podría maquillar todos los olores que no recuerdo bien, desde que tengo razón de ser. En cambio, otros tantos les pondría una forma y los configuraría con abstractos movimientos, dándoles vida como muñecos de trapo, y figurando un ente vivo. Clásica marioneta.
Modelo similar a cuando sueñas con algo que perfectamente podrías describir al día siguiente. Una cara que no viste nunca, o un lugar que suena en tu cabeza durante horas pero no eres capaz de recordar.

El olor siempre determina a las personas de una manera innata. Atrae el macho a la hembra con su olor varonil inconfundible y la hembra al macho con dulces aromas que denotan demasiado la feminidad. Sobre la cama se respira el olor de sexo compartido entre dos personas, el olor de sus cuerpos tatuando con pinceles cada una de las palabras que se dijeron, el olor de sus cabellos y sus bocas tan juntas y arrolladas por bastos pinchazos que de vez en cuando atizaban sus cabezas.


Vamos condenados no solamente a divagar por el camino a raíz de lo que vas construyendo, si no también lo que vas dejando atras, en los bordillos de cada uno de los lados. Recuerdos de premisas impresas en tu cuerpo que te hacen erguite solo un poco cuando ves que vas menguando.
Destinados a recordar acontecimientos de vaga claridad hasta que no asimilamos que en cualquier momento tan solo un hastío aviso o un roce pudiera devolvernos justo a aquel momento.


Somos capaces de distinguir hasta 10.000 olores diferentes, pero ¿cuántos somos capaces de recordar?

Tatuado en mi mejilla llevo el olor de los besos de mi abuelo cuando, en mi falda pantalón me metía 500 de las antiguas pesetas cada vez que iba a verle, me sonreía pícaramente como haciendome ver que era un secreto entre los dos, y me hacía protagonista con su mirada para que asomara por su hombro la cabeza protegiéndolo de mis padres. Añoro el olor de sus pantalones de pana, que impregnando así toda su casa, me haría recordar perfectamente esa misma nostalgia cuando yo la deseara notar.

Trazaría con líneas perfectas la intensidad que desprendía aquel parque. Un llano disfrazado de ciudad, diferente a los demás, no solo olía a árboles, o al hedor que el olfato define como tierra,olía a necesidad de conocer algo nuevo. Cada banco de madera parecería con el paso de los minutos una nueva carroza moviéndose por fuertes tempestades, donde se sentaban sueños de personas que no sabrían en que mordaza embarcarían.


Decidí cuales eran mis favoritos. Cuando iva de viaje, por aquella época en la que no existía cinturón de seguridad, iba siempre de pie en el asiento de atrás. Si. Era de las niñas pesadas e insolentes que preguntaban ¿Falta mucho...papá?, pero en el camino terminaba sentándome. Me ahogaba el coche, me mareaba, me aturdía las largas horas de espera por parar o llegar. Necesitaba respirar. Entonces, a lo lejos divisaba la gasolinera, y bajaba la ventanilla corriendo porque me encantaba el olor que se desprendía, al igual que el de un sucio garage, o al de la lluvia cuando escampa en los callejones más pequeños.


Aunque son los mejores, conservo tarros enteros que aun parezco oler. Al igual que el llanto huele a tristeza, las sonrisas huelen a veces a melancolía. Y no siempre se debe caer en la trampa de que son dignos de arrojarlos al olvido.


Hoy huele a humedad. Bienvenidos al cambio de estación. Bienvenidos al cambio de vida y a la derivación de algún que otro que estará por llegar.




viernes, 3 de octubre de 2008

Trabubus Negros




Cuando algo es nuevo asusta.
Sin embargo, sientes que es un cambio con el que hay que crecer, al cual hay que alimentar vagamente para que no exceda en confianza. Para que no se alce antes que tu, y te agarre para comerte con esa enorme mandíbula de dudas, mientras te sientes tan pequeña e indefensa como si escucharas un "te lo advertí".
Alguien me dijo una vez que los cambios siempre asustaban, pero que los cambios nuevos son los que personalizarían tu futuro.

Cuando deseas que dentro de tí nazca una pasión ferviente por que algo madure, intentas poner todas las calderas a cien, intentando despejar tu mente y olvidandote del fracaso, lo das todo, lo sientes dentro, aceptas el comienzo de algo desconocido, ciegas en él toda una aventura arrastrada desde años y tan oculta, que solo tu sabías que se hallaba allí. Intentas dejar de preguntarte porque todo cambia y ocurre de forma tan repentina, sin ninguna explicación, pero a su vez te preguntas ahora el hecho de no haber remendado tus heridas con antelación, evitando noches estremecedoras.
Cuantas veces podrás arrepentirte de lo que no haces, y lo que deberías haber hecho en su momento.

Solo tú debes saber que tu cerebro se divide en habitaciones. Cada una de ellas, posee una puerta. Según el Dr.Márquez una siempre está cerrada, con su picaporte oxidado y su color impoluto por el paso del tiempo, la que posee dentro los recuerdos que jamás salen a la luz, los que nunca te plantaron cara, los que tu mente no aceptaría de repente como una batalla diaria.
Recomendaría dejarla siempre cerrada, mirar solo de reojo de vez en cuando para acordarte de que existe y que la manejas como y cuando quieres, que eres fuerte ante ella y ahora eres tu quien posee mandíbulas inmensas para acercarte sigilosamente, asomarte y soltar una gran carcajada para reirte de ella cuando mas lo desearas. Ansiedad, lo sabías.

Otras puertas, con sus picaportes ya casi descolgados de tanto abrirlos son los mas elocuentes, la mayoría de las veces, estas puertas se dejan entreabiertas. Las puertas que hacen que tu día sea mucho mejor, donde solo tu sabes que puedes entrar y salir cuando quieras, donde conoces cada uno de los recodos de su interior. Pero no solo tu. Está compartido. Cada día confias imaginariamente a alguien un trabajo diferente lleno de ímpetu por mejorarlo, alguien que siempre te hace compañía, aquellos que son los únicos que no te mienten ni porfían. Alguien que hace tu trabajo por tí, o que no lo hace, o alguien que lo deshace o que lo enreda como una pelota de lana. Algunas veces se dejan ver, otras, no se ven, pero están contigo.
Estos, ...son tus trabubus.

Te hablarán y acompañaran en tu estar, de hecho, cuando veo trabubus sé que uno puede creer mas en sí mismo, se deja llevar en situaciones adversas, ellos hacen olvidar todos los porqués que puedan estar taladrando tu cabeza. Cuando los noto al lado, acaricio mi mente con ideas de fortaleza, y salgo del portal de mi casa de repente. Ellos me acompañan y me empujan hacia fuera, en zapatillas de estar por casa, a las 4 de la madrugada, cada día... hacia una nueva noche desértica que carece de confianza, Siempre recordandote que cada noche cuenta, como cuenta la evolución de las horas que comienzan a restar. Me acompañan encendiendome un cigarro, relajándome, y poco a poco noto como mi trabubu negro se sienta a mi lado. Él reflexiona cuando yo reflexiono, si inclino mis piernas el también lo hace, y entonces me sonríe ... vamos a hablar, idolatramos las cuentas pendientes esa noche. De repente noto como se acerca a mi oído, dice que me quiere lejos del dolor, quiere ver en mi fortaleza, que ande hacia delante.
Los trabubus no te abandonan, ellos velan por tí, aparecerá uno cuando menos lo imagines, debajo de tu cama, encima del ordenador, o en tu ventana, te embarcaran en vida en su trayecto y te mostrarán cada día que cuerda te falta.
El hedor, sabor y olor del porro de maría mas grande que hayas liado, será lo que te susurre al oído que pongas un trabubu en tu vida. Cuando empieces a verlo en la pared de enfrente, tan pequeño, sonriente y feliz de verte, notarás nostalgia por aquellas cosas que pudieron ser ese año y que no serán. Aquellas por las que nunca temiste ver acabar, conoceras la rabia, la ira y todo empezará a dar vueltas. Y pensarás en aquellas cosas por las que deseas empezar algo nuevo. Como este blog.

Ellos serán los que te ofrezcan la vida en pequeños sorbos, los que en lugar de esconderte las cosas cuando no las encuentras, maquillarán tus dolores y tu pesar, para que tú les des otro molde mas sencillo.
Se sentarán a tu lado, te sonreirán, y siempre miraras hacia lo que el viento lleva al rincón, aquello que te recuerda porque una madrugada más, vuelves a estár ahí.